Naturales y con embalajes respetuosos con el medio ambiente. Así se presenta la última generación de jabones sólidos sostenibles para cuerpo, rostro y cabello. No es un producto inédito; todo lo contrario: la saponificación tiene siglos a sus espaldas. La vuelta al uso de la pastilla de jabón para el cuidado personal es una elección consciente basada en un empeño colectivo de cuidar mejor el planeta mientras se atienden las necesidades higiénicas del cuerpo y se ahorra. Porque este producto residuo cero cunde más que uno en gel: hay quien asegura que un champú sólido puede durar entre 80 y 100 lavados o que es el equivalente a tres envases convencionales de champú líquido. En la experiencia de cada persona está la medida.
Las formulaciones actuales no dejan nada al azar y sus creadores se esmeran en sacar el mayor rendimiento de las materias primas naturales para alcanzar la eficiencia deseada para este artículo cosmético. De este modo, el consumidor tiene a su disposición un producto sostenible y con buenos resultados. Conservarlo bien ya es harina de otro costal, principalmente porque suele descuidarse este aspecto.
Un jabón sólido con las proporciones adecuadas no debería deshacerse inmediatamente al contacto con el agua. El exceso de aceites puede provocar este efecto, aunque es cierto que hace a estos productos más suaves al tacto. Dejar el jabón sólido encharcado y en un lugar sin ventilación no es la mejor manera para mantenerlo en las mismas condiciones que cuando se adquirió y, por ende, los resultados en cuanto a su duración y eficiencia podrían variar ostensiblemente.
Lo ideal para un jabón sólido, tanto si es para uso cosmético como para el hogar, es dejarlo secar al aire. Para ello existen diferentes tipos de jaboneras o soportes. Las de madera natural son ideales, ya que dejan respirar a la pastilla y suelen tener un diseño adecuado para el drenaje.
La marca española Matarrania dispone de una jabonera de pino hecha a mano por una empresa local turolense. Con un diseño a modo de pequeño palé, la pastilla de jabón puede secarse perfectamente y estar en buenas condiciones para su próximo uso. Lo mismo sucede con la jabonera de madera de Najel, pulida y con pequeñas muescas para dejar filtrar el exceso de agua que haya acumulado el jabón tras su uso.
Transporte práctico
El champú sólido y el jabón en pastilla para el cuerpo son productos muy recomendables a la hora de viajar. Son muy útiles porque no se derraman como los cosméticos en gel, no pesan mucho y se pueden llevar en el equipaje de mano del avión sin tener que meterlos en la preceptiva bolsa de plástico al pasar los controles de seguridad; esto, además, evita tener que buscar un envase de 100 mililitros -generalmente de plástico- que se adecue a la normativa vigente.
Para que su transporte no sea un engorro, el mercado sostenible ha ideado diferentes opciones adaptadas a necesidades o gustos. Así, Kia Ora tiene una jabonera metálica inoxidable con tapa a rosca muy ligera. Un tarro de vidrio para éste u otros cosméticos sólidos es la apuesta de Lamazuna, que ha añadido una tapadera perforada de aluminio para que se seque el jabón. Secrets de Provence, que tiene una línea de champús sólidos que incluyen un colgador con adhesivo, ha diseñado una jabonera de plástico biológico (de maíz de almidón, reciclable y compostable) con la misma forma y tamaño que sus productos: redonda.
El ‘viaje’ puede ser más corto: de casa al gimnasio. La zona de duchas suele ser un espacio común en el que los envases acaban a los pies por falta de un soporte. En este caso, las bolsas que se pueden colgar de la barra que sostiene la alcachofa de la ducha son ideales para transportar y usar los jabones sólidos. Redecker ha pensado en una bolsa de sisal y algodón para este fin. Deja secar el jabón, evita las manchas e incluso puede utilizarse con el jabón dentro a modo de manopla relajante.
Con tan variadas opciones sostenibles es más fácil conservar bien una pastilla de jabón natural para que su vida útil sea más larga y no pierda ninguna propiedad.